lunes, 25 de febrero de 2008

Quedate esta noche...




Quédate esta noche, cuando la luna y el sol aparezcan amándose en el horizonte.
Quédate esta noche y deja que nuestros cuerpos se unan en la pasión.

Quédate esta noche y escucha el leve susurro de la brisa nocturna.

Quédate esta noche y mírame con la misma dulzura que el primer día.

Quédate esta noche. Escúchame una vez más decirte que te quiero.

Quédate esta noche a mirar el fabuloso espectáculo de la aparición de las estrellas en el firmamento.

Quédate esta noche. Que tus manos acaricien cada rincón de mi cuerpo.

Quédate esta noche. Que tus labios recorran mi piel.

Ámame. Haz que me sienta única.
Consigue que mi corazón acelere su ritmo cuando pases por mi lado.
Dedícame una mirada de deseo. Un beso. Una caricia. Un susurro…
Ámame como si hoy fuese la última vez que me vieras.

Quédate esta noche y volemos juntos a un Paraíso escondido.

Quédate esta noche y apaguemos juntos el fuego del infierno.

Quédate esta noche. Contigo, la oscuridad más profunda se convierte en claridad.

Quédate esta noche. Acortemos las distancias.

Sólo por un instante, quiero que seas mío. Quédate esta noche.

jueves, 14 de febrero de 2008

Cuando...


Cuando en el cielo no queden estrellas y en el mar no quede más sal...
Cuando a los desiertos se les vuele toda su arena y cuando el tiempo tiña mi cabellos con blancas canas...
Cuando una triste mañana ya no despierte jamás, ese será el día en que te dejaré de amar...
Uke

El amor y la locura


Cuentan que una vez se reunieron todos los sentimientos y cualidades del hombre.
Cuando el ABURRIMIENTO había bostezado por tercera vez, la LOCURA, como siempre tan loca, les propuso:
- Vamos a jugar a los escondidos?!
- La INTRIGA levantó la ceja intrigada y la CURIOSIDAD, sin poder contenerse preguntó:
- A los escondidos? Y cómo es eso?
- Es un juego - explicó la LOCURA - en que yo me tapo la cara y comienzo a contar uno hasta un millón mientras ustedes se esconden y cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que yo encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego.
El ENTUSIASMO bailó secundado por la EUFORIA, la ALEGRIA dió tantos saltos que terminó por convencer a la DUDA, e incluso a la APATIA, a la que nunca le interesaba nada.
Pero no todos quisieron participar... la VERDAD prefirió no esconderse, para qué? si al final siempre la hallaban, y la SOBERBIA opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella) y la COBARDIA prefirió no arriesgarse...
- Uno, dos, tres... comenzó a contar la LOCURA
La primera en esconderse fue la PEREZA, que como siempre se dejó caer tras la primera piedra del camino, la FE subió al cielo y la ENVIDIA se escondió tras la sombra del TRIUNFO que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.
La GENEROSIDAD casi no alcanzaba a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos...
- Qué si un lago cristalino? Ideal para la BELLEZA. Que si la hendija de un árbol? Perfecto para la TIMIDEZ. Qué si el vuelo de la mariposa? lo mejor para la VOLUPTUOSIDAD. Qué si una ráfaga de viento? Magnífico para la LIBERTAD... Así, la GENEROSIDAD terminó por ocultarse en un rayito de sol.
El EGOISMO en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo... pero sólo para él.
La MENTIRA se escondió en el fondo de los océanos (mentira, en realidad se escondió detrás del arcoiris), y la PASION y el DESEO en el centro de los volcanes.
El OLVIDO... se me olvidó dónde se escondió, pero eso no es lo importante.
Cuando la LOCURA contaba 999.999, el AMOR aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado... hasta que divisó un rosal, y enternecido decidió esconderse entre sus flores.
- Un millón - contó la LOCURA y comenzó a buscar.
La primera en aparecer fue la PEREZA, sólo a tres pasos de una piedra.
Después se escuchó la FE discutiendo con Dios en el cielo sobre Zoología...
La PASION y el DESEO los sintió en el vibrar de los volcanes.
En un descuido encontró a la ENVIDIA y, claro, pudo deducir dónde estaba el TRIUNFO.
El EGOISMO no tuvo ni que buscarlo. Él solito salió disparado de su escondite que había resultado ser un nido de avispas.
De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la BELLEZA y con la DUDA resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún de que lado esconderse...
Así fue encontrando a todos... al TALENTO entre la hierba fresca, a la ANGUSTIA en una oscura cueva, a la MENTIRA detrás del arcoiris... (mentira, si ella estaba en el fondo del océano) y hasta al OLVIDO...que ya se le había olvidado que estaba jugando a los escondidos... pero sólo el AMOR no aparecía por ningún sitio.
La LOCURA buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas... Y cuando estaba dándose por vencida divisó un rosal y las rosas... Y tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó... Las espinas habían herido en los ojos al AMOR; la LOCURA no sabía qué hacer para disculparse... Lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo.
Desde entonces; desde que por primera vez se jugó a los escondidos en la tierra: EL AMOR ES CIEGO Y LA LOCURA SIEMPRE LO ACOMPAÑA.





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Permanecer abiertos al amor





Hay momentos en que nos gustaría mucho ayudar a quien queremos mucho, pero no podemos hacer nada: o las circunstancias no permiten que nos acerquemos o la persona está cerrada a cualquier gesto de solidaridad apoyo.

Entonces sólo nos queda el amor. En los momentos en que todo es inútil, aún podemos amar… sin esperar recompensas, cambios, agradecimientos.

Si conseguimos actuar de ese modo, la energía del amor empieza a transformar el universo que nos rodea. Cuando aparece esa energía, siempre consigue hacer su labor. «el tiempo no transforma al hombre. El poder de la voluntad no transforma al hombre. El amor transforma al hombre», dice Henry Drummond.


[…]


El amor transforma, el amor cura, pero a veces el amor construye trampas mortales y acaba destruyendo a la persona que decidió entregarse por entero. ¿Qué sentimiento complejo es ese que, en el fondo, es la única razón para que sigamos vivos, luchando, procurando mejorar?

Sería una irresponsabilidad intentar definirlo, porque como todos los demás seres humanos, yo sólo he conseguido sentirlo. Se escriben millares de libros, se representan obras teatrales, se producen películas, se componen poemas, se tallan esculturas enmadera o en mármol y, aun así, lo único que puede transmitir el artista s la idea de un sentimiento… no el sentimiento en sí.


Pero yo he descubierto que ese sentimiento está presente en las pequeñas cosas y se manifiesta en las más insignificante de las actitudes que adoptamos, por lo que es necesario tener siempre presente el amor cuando actuamos o dejamos de hacerlo.

Tomar el teléfono y decir la palabra cariñosa que aplazamos. Abrir la puerta y dejar entrar a quien necesita nuestra ayuda. Aceptar un empleo. Abandonar un empleo tomar la decisión que estábamos dejando para más adelante. Pedir perdón por un error que cometimos y que no nos deja en paz. Elegir un derecho que tomamos. Recurrir con frecuencia la floristería más que a la joyería. Poner la música muy alta cuando la persona amada está lejos, bajar el volumen cuando esté cerca. Saber decir «sí» y «no», porque el amor contiene todas las energías del hombre. Descubrir un deporte que puedan practicar dos al mismo tiempo. No seguir ninguna receta ni siquiera las que figuran en este párrafo… porque el amor necesita creatividad.

Y, cuando nada de eso sea posible, cuando lo que queda sólo es soledad, entonces recordar una historia que un lector me envío en cierta ocasión:


Una rosa soñaba día y noche con la compañía de las abejas, pero ninguna acudía a posarse en sus pétalos.

Sin embargo, la flor seguía soñando; durante sus largas noches, imaginaba un cielo en el que volaban muchas abejas, que acudían cariñosas, a besarla. De ese modo, conseguía resistir hasta el próximo día, cundo volvía a abrirse con la luz del sol.

Una noche, al enterarse de la soledad de la rosa, la luna preguntó:

-¿No estás cansada de esperar?
- Tal vez, pero necesito seguir luchando.
-¿Por qué?
- Porque, si no me abro, me muero.


En los momentos en que la soledad parece menoscabar toda la belleza, la única forma de resistir es seguir abierto.

Coelho, Paulo. “Permanecer abiertos a la amor” en, Como el río que fluye. Grupo Editorial Planeta S.A.I.C.. Buenos Aires, 2008.